Sencillamente se explica como la inflamación del cuello del útero, la cual afecta a más de la mitad de las mujeres en algún momento de su vida adulta; las causas pueden ser diversas y no reviste mayor importancia si se trata oportunamente, pero hay mujeres que retrasan su atención y pueden poner en riesgo ser madres.
Cérvix en latín significa cuello, y de esta manera identifica la ginecología a la entrada del útero, es decir, la porción inferior más estrecha de dicho órgano y que lo separa del canal vaginal. En sus paredes, justamente en las llamadas criptas cervicales, se genera moco o secreción que se manifiesta en la vagina después de concluir la menstruación, y al paso de los días —por efecto de las hormonas— va adquiriendo características que denotarán el momento de fecundidad en la mujer.
Otra función de igual importancia que tiene el moco cervical es brindar ambiente propicio a los espermatozoides para que sobrevivan en el cuerpo femenino, aproximadamente 48 horas, y que de no suceder apenas sobrevivirán 2 ó 3 horas.
Por otra parte, el cérvix en circunstancias normales mide apenas 1 centímetro, es firme y duro, pero durante el embarazo cambia de color y se vuelve mucho más elástico, de forma que durante el parto pueda estirarse para permitir que el bebé pase a través del mismo.
Ahora bien, por la proximidad a la vagina y al canal de salida de la orina (uretra) es muy común el intercambio de microorganismos, siendo algunos más dañinos que otros y capaces de producir infecciones en el cérvix. Las bacterias más comunes son estafilococos y estreptococos, pero habrá otros gérmenes que puedan provocar mayores problemas y que son contraídos a través del contacto sexual; son ejemplo de ellos:
Chlamydia trachomatis. Causante de la llamada clamidia, misma que se manifiesta con inflamación de la mucosa de las vías urogenitales, garganta y recto; los especialistas advierten que de no recibir tratamiento oportuno puede derivar infertilidad y embarazos ectópicos (fuera de la cavidad uterina o matriz).
Herpes virus tipo 2. Responsables de infecciones que se distinguen por vesículas o granitos llenos de agua —muy dolorosos— en glúteos y pene o vagina; producen molestias al orinar (ocurre cuando se infecta la uretra). Antes de la aparición de lesiones, el afectado puede experimentar aumento en la sensibilidad de la zona infectada, además de hormigueo, ardor, comezón o dolor.
Es importante destacar que después de manifestarse como se ha señalado, el microorganismo invasor suele ocultarse durante años dentro de las células nerviosas para no ser descubierto por el sistema inmunológico (aquel que nos defiende de los microbios) y así lanzar con toda confianza numerosos ataques, pudiendo reactivarse con calor, fricción, relaciones sexuales, menstruación, fiebre y/o estrés.
Neisseria gonorrheae. Este microorganismo produce gonorrea en el área genital, pero también puede infectar la sangre (septicemia), articulaciones (artritis), así como a las meninges o membranas blandas protectoras del cerebro y médula espinal (meningitis). Por el tema que nos ocupa debemos agregar que ocasiona inflamación en vulva, vagina y recto, y de presentarse en una embarazada, ésta puede transmitirla a su hijo durante el parto y causarle ceguera.
Papilomavirus. Pese a que hay 60 variedades de este microorganismo, ocho son los causantes de padecimientos genitales, divididos en dos grupos: el primero incluye los tipos 6 y 11, que se han encontrado en lesiones benignas y se les clasifica de “bajo riesgo”, en tanto que el segundo se compone de los tipos 16, 18, 31, 33, 35 y 51, denominados de “alto riesgo”, ya que se asocian a cáncer en el área anogenital.
Algunos virus de papiloma humano pueden ocasionar verrugas (también llamadas condilomas) que aparecen dentro o alrededor de los genitales y ano de mujeres y hombres, las cuales pueden crecer, desaparecer o permanecer estables. Estas lesiones brotan tres meses después del contacto con el enfermo; en la mujer se presentan en vulva, vagina, cuello uterino o cerca del ano, y en el hombre en pene, escroto (piel que recubre a los testículos) y recto (si se tienen relaciones homosexuales).
Trichomonas vaginalis. Popularmente conocidas como tricomonas pueden afectar vagina y uretra (conducto mediante el cual se expulsa la orina) femenina o masculina, aunque no siempre genera síntomas; se identifica por producir secreciones verde amarillentas, espumosas y de mal olor; favorece el contagio del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
¿Temporal o permanente?
La cervicitis es clasificada generalmente como aguda, que significa que los primeros síntomas son severos y tiene una duración de unas cuantas semanas, pero cuando se prolonga por varios meses se denomina crónica; es común durante el embarazo, después de dar a luz y por el uso de anticonceptivos orales.
Uno u otro tipo de cervicitis puede ser causada también debido a que la mujer presenta cierta sensibilidad (alergia) a algunos químicos, por ejemplo, los que conjugan la fórmula de los espermicidas o tampones, o bien al látex de los condones.
Debemos insistir en lo importante que es acudir al médico si se presenta dolor en la espalda o el bajo vientre, bastante flujo vaginal amarillo-verdoso o purulento (que contiene pus), o si hay problemas al orinar. En algunos casos, por los que habrá que acudir de inmediato a revisión, se puede llegar a formar una erosión cervical, es decir, una llaga abierta, que de no atenderse rápidamente puede desarrollar una úlcera en el cuello de la matriz.
El ginecólogo hará la historia clínica de la paciente para conocer antecedentes familiares y actividad sexual, además de que realizará exámenes físicos y de laboratorio para identificar al agente infeccioso. Aun más precisión brindará el llamado papanicolaou —análisis microscópico de las células obtenidas del cérvix—, el cual detecta incluso células cancerosas o que podrían llegar a serlo, tal como sucede con la biopsia —muestras de tejido que se toman del cuello uterino para examinarlas al microscopio—.
El tratamiento para la cervicitis contempla antibióticos para eliminar organismos infecciosos en los casos de clamidiasis, gonorrea y tricomoniasis. Como se mencionó con anterioridad, el herpes genital no se puede eliminar del cuerpo, pero puede controlarse al tomar medicamentos antivirales.
Igualmente controlable es el papiloma humano, para cuyas verrugas o lesiones hay tratamientos, como la aplicación de medicamentos en crema con imiquimod, compuesto que se une a receptores de las células que forman parte del sistema inmunológico e induce la producción de interferón, sustancia que actúa directamente contra el virus causante; un método más es la crioterapia, en el cual se humedecen las verrugas con nitrógeno para que se congelen y desprendan, o electrofulguración, técnica que destruye el tejido anormal a través de exposición intensa a una fuente de calor; una alternativa más es la aplicación de láser para extirpar las lesiones o bien para tratar erosión o úlcera cervical.
Por su participación en el proceso reproductivo de la mujer, el cuello uterino debe recibir toda clase de atenciones, sin importar la edad, para lo cual deseamos que lo que ha leído le haya servido.