Hay factores por los que debe suspenderse ésta, por ejemplo, cuando el bebé no recibe bien la leche materna y le causa trastornos estomacales (cólicos, entre otros), o bien cuando la madre presenta cáncer o un cuadro infeccioso contagioso grave como, rubéola, sarampión, meningitis (infección de la membrana que cubre al cerebro) o sida, no así cuando se trata simplemente de enfermedades gripales o de garganta. El peor de los casos en cuando se conjuntan varias infecciones al mismo tiempo (septicemia) en la mujer, por ejemplo, en garganta, estómago y vías urinarias.
Para explicar una más de las causas por las que la madre debe dejar de amamantar al pequeño, es importante recordar que la elaboración de leche materna se debe a complejo mecanismo orgánico que es estimulado por las hormonas prolactina y oxitocina, las cuales son controladas por las glándulas hipófisis e hipotálamo ubicadas en el cerebro. Entonces, cuando es escasa o nula la producción de prolactina y/o oxitocina no habrá producción de leche.
La misma medida debe emplear la progenitora cuando consuma alcohol, ya que produce en el menor somnolencia y depresión del sistema nervioso; cafeína, que posiblemente ocasione taquicardias al bebé; nicotina (a través del tabaco), generadora de irritabilidad, diarrea y muerte súbita, y drogas.
Si la madre se encuentra bajo tratamiento médico con fármacos, debe consultar a su ginecólogo o al pediatra del bebé para saber si puede continuar con la lactancia, ya que éste puede sufrir efectos secundarios. En alto porcentaje de casos se provoca hipersensibilidad al medicamento por parte del bebé, se afecta su hígado inmaduro, se da pie a alergias o se le puede desarrollar alguna intoxicación; estos son las sustancias que deben evitarse:
•Ácido acetilsalicílico, que puede causar además problemas de coagulación en tratamientos prolongados.
•Antibióticos, provocan diarrea, pérdida de peso y daños graves a la médula ósea del pequeño (principalmente cloramfenicol) cuando se toman por largo tiempo.
•Antimicóticos (para combatir problemas causados por hongos), capaces de dañar irreversiblemente tejidos del hígado.
•Antidiarreicos, si se consumen por periodos prolongados alteran la digestión del bebé (sobre todo atropina).
•Antitiroideos, para tratamiento de afecciones en glándula tiroides, y que puede afectar a ésta en el propio niño (tiouracilo es muy peligroso).
•Antiinflamatorios y analgésicos (como fenilbutazona), para procesos de recuperación a largo plazo, afectan el sistema digestivo del chico.
•Diuréticos, generan deshidratación en el pequeño (cuidado con los llamados mercuriales).
•Anticancerosos, fármacos muy fuertes que pueden desarrollar hepatitis tóxica.
Medicamentos como anticonvulsivantes, u otros para tratamientos especiales, deben ser valorados por el médico que los prescribe y la propia madre para reconocer que tanto puede afectar al bebé la dosis suministrada durante el periodo de lactancia.
Opciones para la madre
Por fortuna, la madre cuenta con interesante opción para cuando no pueda amamantar a su hijo, la llamada lactancia artificial, de la cual la industria alimenticia ofrece las siguientes presentaciones:
Modificada. Tiene como base la leche de vaca, la cual es tratada para dar al bebé compuestos esenciales para los primeros meses de desarrollo, además de que está complementada con los siguientes productos:
• Nucleótidos, que mejoran la respuesta inmune (defensas) y desarrollo intestinal.
• Carnitina, compuesto que contribuye en la maduración del cerebro y composición de las membranas celulares.
• Taurina, que colabora en el desarrollo de la función visual.
De soya. Esta alternativa es lo indicado para los pequeños que no toleran bien la leche materna o de vaca por no contar con la enzima llamada lactasa, indispensable para la buena digestión de lactosa (tipo de azúcar).
Artificial. Se llama así a la fabricada a base de proteína hidrozilada, y se indica a los niños que son alérgicos a las opciones que se han presentado.
Ahora bien, cuando se trata de leches en polvo, la dosificación se indica en el envase del producto, pero hay que considerar que no todos los niños tienen las mismas necesidades, por lo que el pediatra deberá establecer cuál es el producto y dosis indicadas.
Su preparación es sencilla. En primera instancia se deben esterilizar biberones y chupones para alejarlos de microorganismos nocivos (el método más sencillo es someterlos a baño María, o bien, utilizando recipientes especiales para ello de venta en farmacias). Posteriormente se mezclan en vaso aparte agua hervida y leche en polvo, de acuerdo a las indicaciones contenidas en la etiqueta de la lata; lo que continúa es verter el producto obtenido en el biberón y calentar éste durante algunos segundos, ya sea a baño María o en el horno de microondas, cuidando que la temperatura no suba excesivamente. Lo indicado es que se consuma hasta tres horas después de preparado, pues al término de este lapso puede ser presa fácil de agentes contaminantes, por lo que se recomienda deshacerse del sobrante.
También es de tomar en cuenta que aun y cuando la madre no haya visto afectada su salud, puede limitar sus oportunidades de amamantar a su bebé, lo que generalmente sucede en quien desempeña múltiples actividades; para ella también son excelente opción las fórmulas lácteas descritas con anterioridad, las que además brindan dos importantes ventajas:
•Permite al padre compartir la experiencia de alimentar al pequeño mientras la mujer descansa después de ajetreada jornada de trabajo.
•Puede determinarse con precisión la cantidad de leche tomada por el niño, información que servirá para valorar si la alimentación es eficiente o está siendo excesiva.
Felicidades a ambos padres y no olviden consultar al pediatra sobre la alternativa más conveniente.