Cosmecéutica una novedosa opción

Una vez más la ciencia se encuentra detrás de la nueva generación de cosméticos, mismos que no solo realzan la belleza o corrigen imperfecciones del rostro, también combaten el envejecimiento y brindan interesantes opciones ante ciertos problemas dermatológicos. ¿Le interesa conocerlos?

La novedad hasta hace unos meses era emplear cosméticos que combinan diversas funciones en un mismo producto, por ejemplo, bases de maquillaje que actúan como tratamiento para pieles secas o grasas, cremas nutritivas que además hidratan y protegen contra radicales libres, o antiarrugas que activan la renovación celular gracias al poder exfoliante de los alfahidroxiácidos.

Sin embargo, esas innovadoras —y aun sorprendentes— fórmulas, no ocupan más la cima en el mercado internacional de la Cosmetología y han dejado ese lugar de privilegio a productos que cumplen objetivos estéticos y, al mismo tiempo, terapéuticos. Efectivamente, los llamados “cosmecéuticos” incluyen sustancias para el tratamiento de acné, caspa o caída del cabello, contienen bloqueadores solares, extractos botánicos o compuestos antioxidantes, de manera que se pueda lucir más joven y sano sin necesidad de recurrir a cirugía plástica.

El nuevo fenómeno recibe también los nombres de cosmética terapéutica y farmacología cosmética, y aunque sus productos se comercializan como cosméticos, el que contengan al menos un ingrediente biológicamente activo les acerca más bien a la categoría de fármacos.

La fusión de las palabras fármaco y cosmético dio como resultado el término “cosmecéutico”, concepto que ha dado la vuelta al mundo y que explica muy bien aplicaciones y funcionamiento de los productos a los que nos hemos referido hasta ahora. No obstante, pese a que los mismos incorporan algunos ingredientes con efectos terapéuticos, no son considerados medicamentos por la FDA (Administración de Alimentos y Fármacos —por sus siglas en inglés— de Estados Unidos), puesto que para serlo deben ser utilizados en diagnóstico, cura o prevención de una enfermedad; sin embargo, siguen siendo motivo de costosos procesos de revisión y aprobación por parte de la entidad.

Hacia la mitad de la década de 1990, en Estados Unidos se iniciaron los tratamientos de belleza sin cirugía llevados a cabo por dermatólogos, siendo el más famoso de ellos el Dr. Nicholas Perricone, quien desarrolló sus productos para venderlos a sus pacientes.

En nuestros días la cosmética farmacológica es una industria en toda la extensión de la palabra, la cual involucra tratamientos de cosmética facial o capilar con formulaciones con respaldo tecnológico.

Ahora bien, los cosmecéuticos con mayor demanda son las cremas antiarrugas, las cuales se comercializan como tratamientos menos dolorosos e invasores que, por ejemplo, el Botox (toxina botulínica) que se aplica mediante inyecciones directamente en los músculos del rostro, paralizándolos y eliminando las arrugas.

El impacto de estos productos no inyectables son los compuestos de su fórmula, por ejemplo, el químico acetyl hexapeptide-3, aminoácido natural que se encuentra abundantemente en el cuerpo, cuando es joven, el cual reduce arrugas y líneas finas de expresión en contorno de boca, nariz y ojos causados por los movimientos de los músculos faciales.

Una sustancia más es el aceite de emú, ave corredora de gran tamaño originaria de las grandes planicies australianas, y de la cual se obtienen grasas que semejan a las producidas por el propio hombre. Es por ello que su uso se recomienda para regenerar todo tipo de piel, ya que posee ácidos grasos esenciales (omega 6 y 9), vitamina E y terpina (antiséptico) que humectan, reparan y lubrican a profundidad pieles secas, desgastadas y escamosas; su uso constante, a través de masajes suaves y estimulantes, evita el envejecimiento prematuro, además de que motiva la producción de células nuevas de todo tipo de tejidos.

Por otra parte, el colágeno es un compuesto que produce el propio organismo humano y constituye 70% de la piel. La cosmecéutica incorpora a sus fórmulas el llamado colágeno marino —obtenido directamente de peces—, y que resulta más efectivo que el vacuno, ya que se absorbe más fácilmente y ayuda a las células en el proceso de renovación, logrando más flexibilidad que impide la generación de arrugas.

Demetilminoetanol (químico más conocido como DMAE) se empleaba hacia finales de los 90 en tratamientos de niños hiperactivos y adultos deprimidos, pero uno de sus efectos secundarios era aumentar la tonicidad de los músculos faciales, particularmente a la altura de la mandíbula.

El Dr. Perricone experimentó con la sustancia en cremas faciales con resultados muy satisfactorios, gracias a que se trata de un estabilizador de la membrana de las células, a la que protege de los daños causados por los radicales libres (aceleran su envejecimiento), ayudando a eliminar las toxinas y a conservar los nutrientes que dan firmeza a la piel; los expertos señalan que es lo mejor para reducir arrugas y líneas finas en cuello, en torno al escote, bajo los párpados y mejillas, y que los efectos se aprecian apenas unos minutos después de la primera aplicación.

El DMAE parece ser la locura en el mundo de la estética, pues se emplea con los mismos resultados en la mejora de ojeras permanentes, puede dar volumen a los labios finos y en emulsión (con una concentración más elevada) se utiliza en tratamientos en pliegues y marcas de piernas y glúteos.

¡Con especialistas!, por favor

En tanto novedad, la cosmética farmacológica en nuestros días es blanco de muchos charlatanes que desconocen a fondo efectos y tratamientos con los principios activos mencionados, de manera que los resultados pueden estar lejos de lo esperado. Por ejemplo, en algunos casos deben acompañarse de masajes terapéuticos, o bien se combinan con otros aminoácidos o vitaminas, de acuerdo a la valoración que hace el especialista del caso.

Es así que la cosmecéutica debe estar prescrita por personal calificado, dada la responsabilidad profesional que conlleva. La fórmula final de cada producto se ha obtenido después de investigaciones científicas profundas y su manejo requiere del conocimiento tanto de las sustancias activas como de cada tipo de piel.

En Europa, donde la cosmecéutica tiene gran impacto, los profesionales de la estética reciben capacitación especial en dermatología y bioquímica, pues la nueva disciplina científica tiene más aplicaciones, por ejemplo, antes o después de cirugías pueden mejorar los casos en que se presenten mala cicatrización, edemas y/o hematomas (moretones), entre otras posibles complicaciones.

Recuperar piel joven y sana ya no es cuestión de cirugía estética, como lo fue hasta hace unos años; todo es cuestión de saber encontrar al especialista adecuado.

 

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Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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