Botox, fuente de juventud

La Medicina conoció a la toxina botulínica como veneno letal, pero estudios posteriores permitieron aprovecharla en tratamientos para mejorar la salud y apariencia física pues, entre otras virtudes, ha comprobado su eficacia para eliminar líneas de expresión en el rostro.

La toxina botulínica es tal vez el veneno más potente que se conoce, ya que se requiere apenas 0.0000001 gramo para matar a una persona. Se sabe, incluso, que terroristas japoneses del grupo Aum Shinrikyo han tratado de usarla como arma biológica en más de tres ocasiones -entre 1990 y 1995-, afortunadamente sin éxito.

Ojos, piel, músculos…

La ciencia médica no dejará nunca de sorprendernos, y muestra clara de ello son las investigaciones a las que fue sometida la mortal toxina botulínica con los resultados que ahora conocemos. Así, el primero en aplicarla exitosamente fue el oftalmólogo norteamericano Alan Scott, en 1960, para relajar ciertos músculos del ojo, y con ello ayudar a pacientes con estrabismo.

Al inyectarla en la zona indicada se observó que el relajamiento muscular era tal, que las arrugas se distendían sorprendentemente, de ahí que se siguieran estudios al respecto y que paulatinamente se continuara experimentando, no sólo con motivos estéticos. Debido a sus efectos paralizantes, los científicos decidieron probarla para tratar tics nerviosos que se producen por movimientos involuntarios de ciertos músculos, logrando sorprendente éxito.

El mecanismo de acción de la toxina del botulismo se explica de la siguiente manera: los movimientos involuntarios en los músculos son generados por impulsos eléctricos en diferentes partes del cerebro, cerebelo y medula espinal -sistema nervioso central-, los cuales son enviados a los nervios periféricos (terminaciones de las raíces nerviosas que llegan a los músculos y se encargan del movimiento), en cuyo extremo final se almacena una sustancia química llamada acetilcolina, que de activarse se pone en contacto con el músculo haciendo que se contraiga.

Ahora bien, cuando la toxina es inyectada en el músculo afectado, se produce una reacción y se bloquea la acetilcolina, con lo que se disminuyen contracturas y deformaciones, además de que se consigue aminorar el dolor, cuando lo hay, como en la caso del padecimiento conocido como espasticidad.

Cuando la espasticidad afecta a un niño, lo confina a una silla de ruedas, pues sus piernas y brazos parecen trenzados sin la posibilidad de flexionarlas, además de que sus manos están permanentemente cerradas, oprimiendo el pulgar contra la palma.

Vale la pena mencionar que ciertas enfermedades neurológicas (que tienen su origen en mal funcionamiento del cerebro), producen espasticidad, algunas de ellas desde el momento del nacimiento, por mala oxigenación. Un ejemplo de esto es la parálisis cerebral infantil, donde el intelecto funciona normalmente y se tiene la voluntad de mover los músculos, pero estos no responden por orden de la parte dañada del cerebro.

Otras causas de espasticidad son los traumas craneal o eléctrico, es decir, por fuerte golpe o por potente descarga (respectivamente), donde se lesiona gravemente el tejido cerebral, así como por tumores en la región o Alzheimer (deterioro de neuronas responsables de memoria y pensamiento).

Ahora bien, cuando se aplica toxina botulínica directamente a los músculos afectados de un paciente espástico, la rigidez cede y facilita su movimiento, al grado que puede modificar la postura que por mucho tiempo mantuvo y, por ende, mejorar su calidad de vida.

Tom Cruise y Madonna son dos de las luminarias del mundo del espectáculo que pueden dar cuenta del uso de la toxina del botulismo (botox), para eliminar arrugas. Su popularidad ha sido tal que se cuentan por miles quienes la buscan anualmente en todo el mundo.

A grandes rasgos la aplicación es la siguiente: la sustancia se inyecta en las zonas del rostro elegidas, previamente desinfectadas, mediante jeringa especial para insulina, atravesando piel, tejido celular subcutáneo hasta llegar al músculo. Una vez paralizado éste, se imposibilita su contracción, de manera que no hay movimiento y, por tanto, no hay arruga, en otras palabras, no se alisan ni se rellenan, como en procesos como inyección de colágeno.

Por lo regular se inyecta para acabar temporalmente -entre 4 y 6 meses dura el efecto- con patas de gallo, líneas de la frente, marcas de entrecejo y arrugas en las comisuras de los labios, brindando total libertad para hablar y sonreír.

Los dermatólogos también han conseguido importantes beneficios al emplearla directamente en casos de hiperhidrosis (sudoración excesiva en manos, pies y axilas). No obstante, debe quedar muy claro que debe ser aplicada por un profesional, en el lugar correcto y en la dosis necesaria, pues se puede correr el riesgo de tocar un músculo equivocado, llegando a provocar parálisis facial.

La ya popular toxina botulínica no es un medicamento de libre acceso, no obstante su uso esté aprobado por la Agencia de Drogas y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, entidad que certifica su efectividad en el tratamiento de otras afecciones, como mal de Parkinson o migraña.

No cabe duda que la tenacidad de la ciencia puede brindarnos importantes aportes a la salud, en muchas ocasiones gracias a eventos circunstanciales como los antes señalados; ¿sorprendente, no cree usted?

Acerca Redaccion

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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