Tomar poca agua es malo, tomar de más es peor

Quienes hoy tienen más de 30 años, no escucharon ni en su niñez ni en la adolescencia sobre la necesidad de tomar determinada cantidad de agua. En contraste, en la actualidad estamos continuamente bombardeados por mensajes que nos invitan a tomar casa vez una cantidad mayor de agua; incluso el desafío es forzarnos constantemente a incrementar nuestra ingesta. Sabemos que tomar agua es bueno para nuestra salud, de lo que se habla poco es de los peligros de consumirla en exceso ¿Por qué si comer de más no es sano, lo sería beber de más? Según los expertos, beber demasiada agua puede incluso causar inflamación en el cerebro, evitando que regule adecuadamente las funciones vitales que debe desempeñar. 

Hoy los  médicos y nutriólogos recomiendan tomar de litro y medio a dos litros de agua diaria pero en realidad la moda del agua no inició en los consultorios médicos sino con la publicidad. De hecho, según un estudio realizado en  la Universidad de Pensilvania en Filadelfia las personas que viven en un clima cálido y los atletas efectivamente requieren de un consumo regular de agua pero ”en las personas saludables promedio, más agua no implica una mejor salud”.  El estudio explica por ejemplo que  pese a que uno de los mitos de la alta ingesta de agua es que favorece la eliminación de toxinas, en realidad los riñones limpian las toxinas  independientemente de cuánta agua ingiera una persona. De hecho, cuando se consume mucha agua, todo lo que se hace es generar más orina pero no más toxinas en ella.

El peligro de la “moda del agua” radica en que ha propiciado un incremento  del trastorno alimenticio llamado Potomanía que es el excesivo consumo de agua, lo que puede traer como consecuencia una descompensación nutricional derivada de la eliminación -a través de la orina- de los minerales que necesita nuestro cuerpo como el sodio, potasio, calcio y magnecio. La perdida de sales y minerales conlleva a situaciones de hiponatremia la cual impide el funcionamiento normal del cerebro, los músculos, los órganos y el metabolismo. El resultado puede provocar nauseas, cefaleas, letargo, convulsiones y hasta coma.

¿Cuánta agua debemos tomar? Según El Dr. David Duarte, Médico Cirujano y Homeópata así como pionero en México de la medicina Unani (ancestral medicina de origen greco-árabe que es practicada en India) debemos beber el agua que nuestro cuerpo nos pide, ni más ni menos. “Hemos dejado de escuchar la inteligencia viva de nuestro cuerpo y nadie mejor que nuestro cuerpo sabe lo que necesita. Ya no confiamos en nuestro instinto. Es tan fácil como voltear a ver a los animales y a los bebés, simplemente no hay forma de hacerles beber agua si su cuerpo no se la pide”.

El Doctor Duarte explica que cuando se ingiere agua en demasía, los riñones dejan de funcionar correctamente, lo que comúnmente se conoce como retención de líquidos. Pero lo más grave es la pérdida de electrolitos que son esenciales para mantener el electromagnetismo que es lo que en realidad permite que nuestro cuerpo esté vivo. Cuando perdemos sales y minerales nuestro cuerpo pierde conductividad, es como si nos diluyéramos, y experimentamos cansancio y somnolencia constante entre otros síntomas. Las enfermedades emocionales se hacen físicas más rápidamente e incluso somos menos receptivos a los tratamientos médicos incluyendo los tratamientos sutiles que funcionan sobre nuestro campo electromagnético (Reiki, Acupuntura, Flores de Bach, Homeopatía). Además, cuando se ha tomado demasiada agua por más de 13 días, la perdida de sales y minerales ya no permite la asimilación del agua por lo que las personas se deshidratan y experimentan una necesidad constante de beber. Existen estudios muy interesantes aunque poco conocidos sobre la perdida de conductividad que actualmente está padeciendo el curpo humano.

“La orina de una persona sana debe ser amarilla –comenta Duarte- cuando hemos tenido una ingesta excesiva de agua nuestra orina se torna transparente, esto es un claro indicador de que hemos perdido sales y minerales por lo que nuestro cuerpo tiene que hacer un mayor consumo de sus recursos lo que nos hace  más vulnerables a las enfermedades. Ciertamente perdemos peso cuando tenemos un consumo alto de agua pero lo hacemos a costa de nuestras reservas de carbohidratos que es la única fuente de alimento del cerebro. Por ello cada vez es más común encontrar mujeres jóvenes muy delgadas que beben mucha agua,  sufriendo  de ataques de pánico que no son de fácil diagnóstico y frecuentemente son confundidos con depresión y ansiedad por lo que no reciben el tratamiento adecuado”.

¿Qué hacer entonces? ¿Cuánta agua consumir? ¿Cómo hidratarnos adecuadamente? Los alimentos que consumimos también contienen agua así es que sólo hay que tomar de manera adicional aquella que el cuerpo pide de manera natural. El problema radica en que las aguas industrializadas o entubadas han perdido la estructura tridimencional  que contiene el agua viva como la procedente de lluvia, manantiales o deshielos (ver los estudios del agua del japonés Masaru Emoto) que le permite funcionar como cristal transmisor de bioenergía dentro del cuerpo. Por ello, el Dr. David Duarte recomienda el consumo de sueros preparados en casa a base de agua,  miel, limón con una pizca de sal  y bicarbonato.


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Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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