Sexualidad en la infancia

El desarrollo de la sexualidad es un proceso inserto en otros más, tan intangible y evidente como el metabolismo. Debemos considerarla como el resultado en el funcionamiento de un grupo de órganos que están en relación con estímulos internos y externos y que de igual modo %u2013como ocurre con toda función mental o motora- al momento de su aparición no es ni con mucho un producto terminado.  Se requiere de un proceso para alcanzar la madurez.   Un niño puede caminar desde que tiene un año de edad o menos.  Sin embargo, la marcha, como resultado del funcionamiento de un grupo de estructuras, tardará algún tiempo en adquirir su plenitud de funciones.  Lo mismo ocurre con la sexualidad, a pesar de que algunas de sus manifestaciones pasen casi inadvertidas o bien no sepamos observarlas.

 Al momento del nacimiento todas y cada una de las estructuras encargadas de la sexualidad, están presentes o representadas.  La madurez sexual sólo podrá alcanzarse luego de un largo recorrido en la cadena del desarrollo, en donde los eslabones a veces resultan claros y otras casi inaccesibles a nuestros métodos de estudio.

Principales manifestaciones de la sexualidad en niños de 0 a 3 años:

 

Primer año de vida

A pesar de que la mayoría de los manuales de desarrollo describen las primeras etapas desde los 12 meses o incluso algunos de ellos desde los 18 meses, las adquisiciones dentro del primer año son tan variadas como importantes.  Sin embargo, la sexualidad, como cualquier otro aspecto del desarrollo, podemos estudiarla desde el nacimiento o incluso antes.

Durante los primeros meses, la percepción es básicamente por contacto.  Es decir, la mayor parte de las experiencias sensoriales del niño ocurren gracias al contacto físico con los diversos estímulos como los alimentos y el contacto con la madre.  Las principales fuentes de gratificación dependerán de las oportunidades que el niño tenga para experimentar la estimulación principalmente oral, aunque en sentido estricto debemos considerarla como recibida en la región orofaríngea.  Paulatinamente, el niño habrá de experimentar otra fuente importante de estímulos: la percepción a distancia.  Esta toma lugar en la medida en que el niño es capaz de fijar la mirada y ampliar su estado de vigilia, el cual durante el periodo de recién nacido, no va más allá de 10 minutos al día.  Si bien la percepción a distancia se inicia desde las primeras semanas, no es sino hasta el tercero o cuarto mes de edad , cuando el niño es capaz de fijar la mirada sobre el primer estímulo visual que logara distinguir: el rostro en movimiento. Es el primer organizador mental y con esto aparece la sonrisa social, uno de los principales estímulos que determinan la comunicación afectiva madre/hijo.

Existe un momento en que el niño utiliza ambas vías sensoriales (por contacto y a distancia) y al momento de la alimentación coloca su mano sobre el pecho al tiempo que fija la mirada ya sea en el mismo pecho o en la cara de la madre.  La sonrisa social, va mucho más allá de una simple manifestación de agrado, es lo que permitirá al niño continuar con la organización del psiquismo.

Sin embargo, existen importantes discrepancias sobre el significado y trascendencia de la etapa denominada como oral, en cuanto a los mecanismos de succión y alimentación.  El vínculo madre-hijo no depende necesariamente de la succión o del alimento y el proceso del vínculo puede considerarse como el factor de desarrollo más importante en los primeros años de la vida.

En niños menores de un año, es posible encontrar erecciones del pene, cuya frecuencia durante los primeros meses de vida fluctúa entre 3 y 11 veces al día.  Dichas erecciones no representan necesariamente una actividad sexual.  No obstante, aunque aparecen de manera refleja, el niño rápidamente aprende a identificar y a relacionar las sensaciones y, antes de un año, el niño puede presentar una importante autoestimulación, la cual a su vez dependerá de la capacidad motora fina y gruesa, ya que antes de los 6 meses de edad, es difícil que el niño alcance sus genitales en posición de decúbito.  La autoexploración se inicia por las partes más accesibles a las manos en el primer año de vida, independientemente del significado que se le dé.

 

Dos años

La estimulación se hace más enfocada, más intensa, se inicia un proceso en la adquisición de una autoimagen y la noción de individuo.  Es decir, que antes de esta etapa, el niño no es capaz de tener una representación mental de sí mismo, porque aún no identifica a las personas como tales ni a él mismo como una persona más.  Mahler describe este proceso con el nombre deseparación-individuación como aquel mecanismo por el cual el niño logra separarse física y emocionalmente de su madre y adquiere entre otras cosas, el concepto de individuo separado de los demás. Dicho proceso se llevará a cabo durante los dos años siguientes, de manera que hacia los tres años, el niños ha alcanzado ya un nivel de conocimiento sobre su persona y las otras, que le permite comprender adecuadamente conceptos como “los otros”, “los demás”, etcétera.  Es durante esta etapa cuando se desarrollan los primeros patrones de socialización que le permitirán al niño integrarse a las actividades grupales. No es posible considerarse parte del grupo, cuando no se tiene el concepto del sí mismo.  La sexualidad se verá sumamente influida por este proceso.  Es precisamente durante esta etapa cuando el niño empieza a manejar adecuadamente las diferencias sexuales. Durante este periodo, entre los dos y los tres años, habrá de iniciarse el proceso de identidad de género.  Una gran parte de lo que serán las conductas en estas edades, dependerá de la manera en que sean tratados niños y niñas.

Hacia el final del segundo año de vida, los niños continúan presentando una importante autoestimulación genital.  Es el momento en que pueden aparecer en la niñas, las técnicas indirectas con tales propósitos, a diferencia de los niños que continúan utilizando sus manos predominantemente. Incluso en las niñas, a estas edades, puede disminuir la autoestimulación, casi desaparecer.

En la mayoría de las culturas occidentales, la socialización del niño de dos años, es una mezcla de conductas de autonomía,separación-individuación. Los adultos frecuentemente inician actitudes de ocultamiento de la desnudez cuando él está presente. Se podría decir que el niño entre los dos y los tres años de edad, empieza a ser tomado en cuenta como ser social y los demás cuidan más su privacía e intimidad frente al niño.  Se inicia también, muy comúnmente a estas edades, el entrenamiento en el control de los esfínteres, la limpieza de los genitales, y se modifican las actitudes hacoa las excretas.  Para algunos, particularmente psicoanalistas, estas actitudes en contra de las heces, puede crear ciertas confusiones al niño, quien no ve el acto de la evacuación como algo negativo.

Es en estos momentos también, cuando en la niña puede iniciarse la identificación algo vaga de los órganos genitales, muy mezclada con los órganos excretores, lo cual frecuentemente marca diferencias entre los niños y las niñas.  Por otra parte existe un punto que marca diferencias claras en cuanto a las determinantes sociales de la sexualidad y es la manera en que los padres tratan a los niños y a las niñas.  Es a partir de este momento cuando se enfatizan aspectos del uso de ropa marcadamente masculina o femenina, la elección de juguetes y de juegos.  Existe también una interacción distinta entre el niño y los adultos hombres y mujeres. Los padres participan menos que las madres en el cuidado de los niños, pero juegan más.   El padre, al parecer es menos convencional, más estimulante y en ciertos casos más ansiógeno que el juego con la madre. De esta manera, el niño percibe, por medio del juego, patrones de comportamiento que más tarde incorporará en esquemas de identificación.

 

Tres años

Hacia esta edad, se ha alcanzado ya un nivel de desarrollo, que permite terminar con el proceso de separación-individuación, o al menos su fin está próximo.  Se ha ampliado también el reconocimiento del cuerpo, anatómica y funcionalmente.  Es decir, que el niño identifica las partes de su cuerpo, pero también se inicia en el reconocimiento de sus funciones, y existe una identidad de género. Las dos terceras partes de los niños de tres años de edad conocen su sexo, mientras que la mayoría de los niños de dos años no lo saben. 

Hacia los tres años el niño es capaz de identificar las principales emociones en las demás personas.  Puede expresar afecto.  Dice “te quiero”.  Si se la pregunta su sexo puede contestar lo contrario: “¡No soy una nena!”.  Muestran un gran interés por los aspectos fisiológicos de la micción y comúnmente presentan interés por tocar o mirar a los adultos desnudos.  Frecuentemente hablan de su idea de casarse con el padre del sexo opuesto, aunque no es raro que a los tres años, los niños hablen de casarse con personas del mismo sexo.   No tienen inconveniente, ni se muestran molestos al compartir juegos con niños del sexo opuesto y no seleccionan juguetes “de hombre o de mujer”.  Puede manifestar interés por los bebés y hablar de su deseo por tener uno en la familia aunque no conoce aún el mecanismo por el que esto ocurre.  Pueden pensar que los bebés se traen del hospital o las trae el doctor.

Es en esta época cuando se manifiesta de manera clara la fase anal descrita en la teoría psicoanalítica, en la que aparecen diversas actitudes características.  La actividad erótica cambia de la región oral a la región anal.  El objeto principal de esta etapa es la experiencia placentera por la excreción.

En un estudio publicado por Noshpitz (1979), se describen algunas de las conductas más observadas durante esta etapa, aunque pueden verse desde los dos años y abarcar hasta los cuatro.  Dichas manifestaciones incluyen:

 

         Cambios en el patrón de evacuación intestinal. Diarrea y/o constipación y retención de heces.

         Cambios conductuales durante o directamente precedentes a la defecación, incluyendo el tomar postura en cuclillas, ruborizarse, ponerse tenso, gruñir, interrupción abrupta de las actividades, concentración sobre las sensaciones internas, sentarse en la taza del baño o la bacinica e intento por quitarse los pantalones.

        Cambios conductuales inmediatamente después de la defecación, incluyendo resistencia al cambio de pañales o juego con los mismos e intento por jugar con las heces.

         Afecto concomitante a la defecación, que incluye excitación, placer y miedo.

         Autoexploración de la zona anal.

 

En torno a los tres años de edad, la autoestimulación de los genitales es muy marcada y los niños pueden pedir a sus padres que se los estimulen.

Por último, debemos señalar que cada paso en la evolución, incorpora a los anteriores y prepara los siguientes.  La sexualidad no escapa a tal aseveración y su complejidad aumenta en la medida que se incrementa la edad.  Hay, desde las primeras experiencias sensoriales del niño de meses, hasta la madurez sexual del adulto, una cadena ininterrumpida de eventos o eslabones, a pesar de nuestras dificultades para su observación y para el seguimiento de su secuencia.

 

 

 

Acerca Redaccion

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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