La esperanza de vida en México ha superado ya los 75 años para la mujer e históricamente podemos decir que la mujer siempre ha vivido más que el hombre. Este es un hecho innegable pero a la vez deja entrever otra impactante verdad… La mujer, en la medida que envejece y particularmente después de su menopausia, muestra una mayor carga de enfermedad cardiovascular que el hombre y como ejemplo podemos citar algunos datos que hemos obtenido a partir de nuestras propias encuestas como la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición en su versión 2012 en donde una vez más se confirmó que las mujeres a partir de los 50 años de edad (momento en el que muchas de ellas inician con su menopausia) padecen más diabetes mellitus tipo 2 e hipertensión arterial sistémica que los hombres. Valga decir que la hipertensión arterial sistémica es una de las enfermedades más prevalentes en nuestra sociedad y su impacto sobre la calidad de vida se hace más evidente en nuestros adultos mayores. En ellos, lo que vemos hoy en día es producto de décadas de acumulación del daño y sus complicaciones, tanto agudas como aquellas que son resultado de la evolución crónica de la enfermedad, son las que encabezan la lista de mortalidad en nuestro país. Nuestra misión y el gran reto es, por tanto, modificar esta historia natural de la enfermedad y ser capaces de establecer nuevas estrategias que nos permitan por un lado, instituir medidas de prevención eficaces para etapas tempranas de la vida y por otro, una identificación más temprana de los enfermos, adecuada caracterización de la población afectada y medidas de control y monitoreo realmente efectivas que permitan cambiar el sombrío panorama al que nos enfrentamos en la actualidad, particularmente lo que le toca a las mujeres. En la literatura médica existen múltiples ejemplos de lo que sucede con nuestras mujeres y no solamente en México, sino en otros países del mundo. A la mujer mexicana, así como a la mujer latina en general, se le ha enseñado a mantenerse estoica ante las adversidades. Son una figura de gran fortaleza y en muchas ocasiones el pilar de toda una familia así que ellas, desde pequeñas aprenden a minimizar el dolor y las experiencias negativas por lo que no es descabellado pensar que al momento de presentar un problema de salud, también tiendan a minimizar los síntomas y en ello radica el retraso en la búsqueda de atención médica. A los médicos generalmente se nos enseñaba en las escuelas y facultades de Medicina que la mujer no padecía una gran carga de enfermedad cardiovascular y que su situación hormonal la favorecía durante la mayor parte de su vida; esto es un claro ejemplo de que todo es relativo y en la medida que nuestra población mundial envejece, nuestro panorama de la enfermedad crónica también se modifica por lo que es muy importante reconocer dicho cambio y renovar también nuestro esquema de pensamiento, cosa que hacemos en el día a día con los nuevos médicos en formación. A la mujer se le ofrecen tratamientos menos “agresivos” (menos potentes) que a los hombres y en general, las estrategias de manejo invasivas (cirugías o procedimientos intervencionistas) también se les ofrecen con menor frecuencia a ellas. Esto sucede en todo el mundo y en diferentes culturas así que nos enfrentamos a una necesidad con impacto global. Es decir, se requiere de un cambio de paradigma que nos permita, por una parte concientizar a nuestra población y modificar la conducta pasiva de la mujer en lo que respecta a su atención médica y, por otra parte continuar educando a nuestros médicos y el resto del personal de la salud para que intervenga más tempranamente, investigue la posibilidad de enfermedad cardiovascular en la mujer y adopte una actitud mucho más pro-activa en el cuidado de la salud de nuestras mujeres que, efectivamente, constituyen un pilar para nuestra sociedad. Es indispensable que la mujer disminuya la tendencia que ha mostrado en cuanto a la adopción de hábitos nocivos de salud (particularmente el tabaquismo), que adopte prácticas saludables en cuanto a la realización de ejercicio físico y mejoría de hábitos dietéticos, que se interese en los aspectos preventivos de la medicina y que solicite atención médica oportuna cuando se enfrente con algún problema de salud.
Dr. Amir Gómez-León Mandujano.
Cardiología / Cardiología Geriátrica