A 55 años de haber sido reconocidas como ciudadanas con todos los derechos políticos y civiles, las mujeres mexicanas son hoy más de la mitad de la población al representar casi el 52%.
Sin embargo, su grado de incorporación a los espacios de decisión política no ha tenido la misma apertura de acuerdo a esta proporción. Aun cuando se verifica un crecimiento constante de su presencia en puestos de dirección política en instituciones.
Y hablamos entonces de los “techos de cristal” impiden a mujeres acceder a puestos de decisión, tanto público como en privado. Los techos de cristal son aquellas condiciones, hasta cierto punto, invisibles que no provienen de una ley política, pero que impiden el acceso a niveles superiores de mando.
En un análisis somero de la situación de la mujer en el ámbito de la función pública podemos advertir sin duda que en nuestra entidad, el tema de género ha avanzado en algunas áreas significativamente, pero tiene un largo camino por recorrer en el logro del ejercicio pleno de los derechos de las mujeres en igualdad con los hombres.
Tal reflexión se deduce de observar que en el estado de Morelos, encontramos que en el ámbito de decisiones desde el poder público en la pasada legislatura morelense, se contaba con 12 diputadas en un total de 30 legisladores.
En el Tribunal Superior de Justicia laboran 1,400 trabajadores, 65 % son mujeres, de un total de 71 jueces 42 son mujeres, y de 19 magistrados 8 son mujeres, esto es la equidad de género, sin embargo, se advierte de esos números de techos de cristal.
Actualmente en el Poder Ejecutivo encontramos que el 50% del gabinete se encuentra instado por mujeres, a diferencia, de administraciones anteriores en las cuales llegamos a encontrar una o dos mujeres en las áreas de toma de decisión.
Es una realidad que muchas de las mujeres nos encontramos entre un techo de cristal o de vidrio y un piso pegajoso, y muy pocas mujeres pueden romper, el piso pegajoso que nos mantiene en las esferas más bajas del mercado laboral, con empleos precarios, sueldos muy bajos y sin posibilidad de progresar.
Y es que pese a los grandes avances producidos en la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, todavía existen muchas trabas para que esta incorporación sea total.
En el Poder Judicial como en otras entidades públicas las mujeres hacen frente a la doble carga que supone el trabajo remunerado y el trabajo del hogar.
Ahora bien, esta reflexión, considero que para revertir esta realidad se debe empoderar a las mujeres para que participen plenamente en todos los sectores y niveles de la actividad económica, resulta fundamental para construir economías fuertes, establecer sociedades más estables y justas, alcanzar objetivos de desarrollo, sostenibilidad y derechos humanos, y mejorar la calidad de vida de las mujeres, de los hombres, de las familias y de las comunidades en general.
Empoderamiento:
• “Proceso mediante el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo en cuanto que forman parte de un grupo social, para impulsar cambios positivos en las situaciones en las que viven”.
• “Las personas y/o grupos organizados cobran autonomía en la toma de decisiones y logran ejercer control sobre sus vidas basados en el libre acceso a la información, la participación inclusiva, la responsabilidad y el desarrollo de capacidades”.
• “Es el proceso de cambio en el que las mujeres aumentan su acceso al poder y como consecuencia se transforman las relaciones desiguales de poder entre los géneros”.