Este problema se presenta en aproximadamente 8% de las mujeres y es un rasgo común en quienes tienen antecedentes de violación o inician su vida sexual; también puede presentarse por alteración anatómica o infección vaginal pero por suerte tiene solución.
El vaginismo se define como un espasmo o contracción de los músculos que rodean a la vagina, el cual se produce involuntariamente ante la posibilidad de una penetración y, en ocasiones, también cuando intenta colocarse un tampón, introducirse un dedo en la vagina o cuando es explorada por el ginecólogo; en 75% de los casos la rigidez es total, lo que hace que sea inútil y dolorosa la tentativa de contacto.
Los ginecólogos señalan que la mayoría de las veces es un mecanismo de defensa ante la relación sexual, es decir, la mujer conscientemente desea el contacto con su compañero, pero inconscientemente intenta impedirlo al contraer los músculos vaginales y al bloquear el sistema de lubricación vaginal.
El vaginismo puede afectar a mujeres de cualquier edad, pero se presenta con mayor frecuencia entre las vírgenes y las recién casadas. De acuerdo a sexólogos y ginecólogos, este trastorno se debe al juicio preestablecido de que las relaciones sexuales son experiencias negativas, sucias, dolorosas o peligrosas, aunque es común también en quienes han sufrido abuso sexual o al ser testigos en la infancia de alguna relación sexual, la cual es interpretada como un acto de violencia, de lucha, como un atropello, así sea a la madre o a cualquier otra mujer.
¿Cuestión de educación?
En países latinos no es raro que se presente vaginismo, ya que aun en nuestros días en alto porcentaje de la población la mujer recibe educación restrictiva, culpabilizadora, que transmite ideas erróneas acerca de la sexualidad. Es así que sigue habiendo chicas que viven con temor a perder la virginidad, al embarazo y a las enfermedades de transmisión sexual, lo cual inconscientemente la predispone de forma negativa ante el posible contacto íntimo.
Ahora bien, los especialistas reconocen que en algunas mujeres el problema se inicia repentinamente después de un funcionamiento sexual totalmente normal, por ejemplo, tras conflictos conyugales, los cuales van desde estrés y depresión por discusiones con la pareja hasta falta de entendimiento en la intimidad, es decir, ante el coito muy rápido o sin preámbulos, así como monotonía y rutina tanto en la relación sexual como en la vida cotidiana.
Cabe destacar que la mujer con vaginismo, pese a que teme a la penetración, disfruta el juego amoroso y es capaz de experimentar orgasmos mediante la estimulación manual u oral del clítoris.
Por otra parte, para confirmar el diagnóstico de vaginismo, el ginecólogo realiza una prueba que corrobora la presencia de microorganismos causantes de infección al interior del órgano genital que causen inflamación (vaginitis) que puede también provocar rigidez en los músculos de la zona. El examen se denomina exudado vaginal, y consiste en la toma de flujo para revisión en laboratorio.
Si el problema no se origina por vaginitis, el especialista prescribirá terapia física y/o psicológica. La primera consiste en acostumbrar a la mujer a la penetración vaginal a través diversas técnicas y ejercicios, siendo los más empleados:
•Autoinspección. La paciente se examina, ella misma, la vagina con la ayuda de un espejo y la explora con sus dedos para conocer mejor su anatomía y experimentar con las sensaciones que provienen de ligera estimulación de sus genitales.
•Baños de asiento. La mujer permanece sentada en una bañera con agua tibia entre 10 y 15 minutos para relajar los músculos y aliviar la tensión previa al coito.
•Masajes. Empleando un lubricante a base de agua, la mujer se toca y da masaje en la zona vaginal, para producir sensaciones placenteras que la ayuden a superar el miedo y la incomodidad; lo recomendable es que lo lleve a cabo varias veces al día.
•Ejercicios de Kegel. Consisten en contraer y relajar repetidamente los músculos de la pelvis, a fin de fortalecer y obtener cierto control sobre los del área vaginal.
•Inserción de dedos. La paciente se introduce ella misma los dedos en la vagina; posteriormente es su pareja quien lo hace.
•Uso de dildos. Juguetes sexuales que adoptan una forma parecida a la del pene son insertados delicadamente, siendo progresivamente más largos y anchos.
•Introducción del pene. La mujer toca y coloca el órgano masculino en la entrada de su vagina, para posteriormente mantenerlo dentro, sin moverse, durante unos minutos. Después se mueve lentamente para experimentar las sensaciones de entrada y salida del pene en su vagina; cabe destacar que la mujer mantiene el control absoluto de la penetración y el hombre permanece en todo momento pasivo.
•Pene en movimiento. El varón efectúa la penetración con movimientos, en forma suave y lenta, sin acometidas fuertes o bruscas, hasta dejar que el ritmo fluya libremente.
A su vez, la terapia psicológica permite que la paciente hable acerca de sus angustias y temores sexuales (incluso posible homosexualidad), y se enfoca a ayudarla a descubrir y comprender sus causas para resolver el problema.
¿Más terapia?
Los especialistas afirman que la mujer que padece vaginismo siente vergüenza de hablar con alguien sobre el tema, ya que teme ser reconocida como anormal, y a que se descubra que su vagina es defectuosa o inexistente. El temor se presenta incluso en la consulta al ginecólogo, a quien se le dificulta la exploración, o definitivamente le resulta imposible, lo cual propicia que la paciente no vuelva y se niegue a darle solución al problema.
El primer paso para la solución del vaginismo es la conversación con la pareja, con el compañero sexual, quien deberá entender el problema y brindar apoyo, comprensión y afecto. Igualmente importante es consultar al médico para que realice una revisión, diagnostique acertadamente el problema y dé el tratamiento más adecuado según el caso.