Nadie, absolutamente nadie, está libre de ellos. Llegan al momento de nacer, y algunos más se incorporan con el paso del tiempo. Sin embargo, los lunares pueden ser igualmente la muestra de algún padecimiento que derive en algo peligroso.
Los lunares son lesiones de la piel y no obstante que la mayoría son benignos, algunos se transforman en células cancerígenas llamadas melanomas. Este tipo de cáncer de piel es considerado de los más peligrosos en el ser humano, ya que invade rápidamente a otros órganos del cuerpo. Así que para detectar de manera temprana un melanoma, debe llevarse a cabo un reconocimiento de nuestros lunares, para lo cual debemos ubicarlos en todo el cuerpo, incluso en lugares como la boca, cuero cabelludo y debajo de las uñas.
Lo que sigue es la observación de los cambios en sus peculiaridades físicas, pero, ¿cómo son los lunares normales o sanos? Deben ser de forma circular ú oval, con bordes definidos, y su diámetro no debe exceder 6 milímetros. Hay una característica más que nos podrá dar indicios de algo sospechoso en un lunar: el color, que debe ser sólido con la posibilidad de variar del rosa al café ú oscuro.
Mucha atención cuando sangren o generen dolor, sean de color negro o se presenten en diferentes tonalidades de café, ya que ésta es una anormalidad. Si usted ha notado alguna de las características señaladas, es motivo para efectuar una visita al dermatólogo.
Cuando el médico encuentra algo fuera de los normal en los lunares que revisa, tendrá que extirparlos mediante un corte por fuera y debajo de la piel, para luego efectuarle una biopsia (mediante la toma de una muestra del tejido) y determinar si es cancerígeno. En tanto que si la visita al dermatólogo es solicitar su ayuda con fin estético, en otras palabras, si le pedimos que retire alguno sólo porque no nos gusta, eliminará únicamente la parte externa.
Los especialistas recomiendan retirarlos solamente cuando existe alguna sospecha de que puedan desarrollar cáncer, por lo que se puede vivir tranquilamente con lunares en todo el cuerpo. Estudios dermatológicos a nivel internacional coinciden en que las personas adultas tienen, en promedio, 40 lunares, pero el porcentaje de los que degeneran en cáncer es muy bajo.
Hay personas a quienes no les gustan los lunares, por lo que se les recomienda evitar la exposición al Sol, además de protegerse con bloqueadores solares cada vez que estén en contacto con el ambiente diurno. De cualquier forma, si le gustan o no los lunares, lo importante es conocer en qué parte del cuerpo se ubican e identificarlos plenamente. No está por demás que se realice un autoexamen periódicamente.