¡Muévete!

¿Recuerdan el dicho “mente sana en cuerpo sano”? Es una de las frases más ciertas que podamos escuchar, pero debemos detenernos y analizarla bien.

Hacer ejercicio físico conlleva en sí un riesgo, especialmente cuando la persona padece alguna enfermedad o trastorno. Durante la actividad física, sobre todo si ésta es intensa, hay un riesgo aumentado de lesiones del aparato locomotor, como torceduras, distensiones musculares o sobrecargas articulares. Pero, sin duda, lo más importante es que hay un mayor riesgo de lesión o ataque cardiaco, y un mayor riesgo de muerte súbita.

Existen investigaciones que han demostrado que el ejercicio físico moderado puede reducir de un modo sustancial la incidencia de los accidentes coronarios; basando su rutina en ejercicios aeróbicos, los cuales reducen el riesgo cardiovascular, porque reduce los niveles de triglicéridos, la tensión arterial la grasa corporal, la glucosa plasmática, el estrés y eleva los niveles del colesterol HDL.

Considerando el conjunto de la población que hace ejercicio (tanto adecuada como inadecuadamente), el riesgo de ataque cardiaco aumenta hasta 6 veces durante la práctica de ejercicios físicos intensos. Esto no debe desalentar a quienes practican o deseen practicar actividades físicas, ya que considerando las 24 horas del día, el riesgo cardiaco es menor en personas activas que en sedentarias.

Pero, para minimizar riesgos es más que recomendable asistir con su médico para que te indique qué ejercicio puede o no realizar.

¿Sabías que las personas sanas que comienzan a hacer ejercicio físico a los 45 años reducen la tasa de mortalidad en los veinte años siguientes en un 23%? Impresionante, y es aún más asombroso saber que incluso pacientes que ya han sufrido infartos de miocardio pueden utilizar el ejercicio aeróbico, siempre bajo supervisión médica, para reducir hasta en un 25% la probabilidad de sufrir un segundo infarto.

Pero, ¿cuál es el mejor tipo de ejercicio para mi familia y para mí?

Si acostumbran llevar una vida sedentaria, lo fundamental es incorporar cualquier tipo de actividad física a la vida cotidiana. Regar el jardín, pasear al perro, las tareas del hogar e incluso subir escaleras constituyen un ejercicio físico suave. Recuerden que el ejercicio físico más regular y sostenido es aún mejor.

El objetivo es llegar a incorporar tres tipos de ejercicio en la semana: ejercicio anaeróbico (andar rápido, footing, correr, ciclismo, natación, aeróbic, remo, esquí alpino y los juegos de raqueta rápidos), levantamiento de pesas y estiramientos.

Esto porque según investigaciones, el realizar ejercicio aeróbico, que implica grandes grupos musculares en movimientos rítmicos y repetidos durante un periodo de tiempo prolongado, es el más beneficioso para el corazón.

¿Cómo saber si estamos realizando la cantidad adecuada de ejercicio?

La forma más fácil de medir la intensidad del ejercicio aeróbico es a partir del número de pulsaciones cardiacas por minuto, considerando que la cifra máxima que soporta un corazón sano es de aproximadamente 220. Para calcular el número de pulsaciones ideal para cada persona se resta a 220 la edad en años del practicante. Por ejemplo, para un hombre de 40 años sería: 220-40=180 pulsaciones por minuto.

¿Qué tipo de ejercicio nos conviene hacer?

Si hace tiempo que han realizado ejercicio, hay que comenzar de la forma suave y progresiva, paso a pasito. Por ejemplo, iniciando un trote ligero de 10 minutos de duración durante una semana e ir progresando, semana a semana, hasta que el ejercicio dure aproximadamente 30-45 minutos. Un buen ejercicio es andar todos los días 30-35 minutos a paso rápido.

Recuerda que el hacer ejercicio no sólo reduce el riesgo de padecer enfermedades, sino que, además, también aporta toda una serie de ventajas que subrayamos a continuación:

  • Ayuda a controlar el peso
  • Reduce el riesgo de tener una tensión arterial sanguínea alta
  • Ayuda a controlar la diabetes adulta
  • Mejora la capacidad funcional
  • Modifica de forma favorable la grasa de la sangre
  • Reduce la depresión y la ansiedad
  • Mejora la autoestima y el bienestar
  • Aumenta los niveles de energía
  • Mejora el sueño
  • Ayuda a controlar el estrés
  • Ayuda a la relajación mental
  • Supone realizar una pausa y desconectarse del resto de áreas de su vida
  • Hace que la persona se sienta bien

Tal y como acabamos de destacar, una gran ventaja del ejercicio es que constituye un buen antídoto contra la depresión y la ansiedad. Esto se debe a que estimula la producción de sustancias químicas que transmiten sentimientos de bienestar en el organismo. Pero recuerda que todos los excesos son malos, y el ejercicio no es la excepción, protégete y protege a los tuyos, asesórate con un especialista sobre la clase de ejercicio que mejor va con tu familia y contigo.

 

Acerca Redaccion

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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