Redacción: LaSalud.mx
LaSalud.mx .- El Sangrado Abundante Menstrual (SAM) clínicamente conocido como menorragia, afecta a un número considerable de mujeres en edad reproductiva, pero a menudo es subdiagnosticado y mal gestionado tanto a nivel clínico como social. La condición se define como una pérdida excesiva de sangre durante el ciclo menstrual, que supera los 80 mililitros por periodo o que interfiere significativamente con la calidad de vida de la persona. Sin embargo, más allá de los datos cuantificables, los expertos coinciden en que cualquier sangrado que la paciente perciba como excesivo debe ser motivo de evaluación médica.
La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) ha reconocido el sangrado uterino anormal como un problema de salud pública que requiere un enfoque diagnóstico estandarizado. En 2011, esta organización propuso el sistema PALM-COEIN, una clasificación que distingue las causas estructurales (Pólipos, Adenomiosis, Leiomiomas, Malignidad e hiperplasia) de las no estructurales (Coagulopatías, Ovulatorias, Endometriales, Iatrogénicas y No clasificadas).
Según datos del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG), aproximadamente el 30% de las mujeres reportan sangrados menstruales que consideran excesivos en algún momento de sus vidas. Este tipo de hemorragia puede ocasionar anemia ferropénica, fatiga crónica, dificultades laborales y afectación en la vida social, particularmente cuando las mujeres normalizan estos síntomas y demoran la búsqueda de atención médica especializada.
Entre las causas más frecuentes de la menorragia destacan los trastornos ovulatorios, los miomas uterinos y las alteraciones de la coagulación, como la enfermedad de von Willebrand. La Sociedad Internacional de Trombosis y Hemostasia recomienda considerar una evaluación hematológica en adolescentes y mujeres jóvenes con sangrados menstruales severos persistentes.
El abordaje diagnóstico suele incluir una historia clínica detallada, exploración ginecológica, estudios de laboratorio y, en algunos casos, ecografía transvaginal o histeroscopía. El tratamiento depende de la etiología subyacente y puede abarcar desde intervenciones farmacológicas —como anticonceptivos hormonales, ácido tranexámico o dispositivos intrauterinos liberadores de levonorgestrel— hasta tratamientos quirúrgicos, incluyendo ablación endometrial o histerectomía en casos refractarios.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud subraya que las intervenciones tempranas pueden reducir significativamente la morbilidad asociada a esta condición y mejorar los indicadores de salud femenina. Sin embargo, la falta de información, el estigma en torno a la menstruación y la desigualdad en el acceso a servicios ginecológicos especializados continúan siendo barreras importantes.
Frente a estos desafíos, entidades como la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) han publicado guías clínicas destinadas a estandarizar el manejo del sangrado menstrual abundante, recomendando que los profesionales de la salud consideren no solo el volumen del sangrado, sino también su impacto funcional en la vida de la paciente.
A medida que crece el reconocimiento de la menorragia como un problema médico con consecuencias sistémicas, resulta imperativo que tanto los sistemas de salud como las políticas públicas promuevan una atención ginecológica accesible, empática y basada en evidencia científica.
Este y otros artículos de interés estarán disponibles en nuestra próxima Edición Especial de Ellas.mx / LaSalud.mx (Mayo -Junio), dedicada a la Mujer y La Salud.
Para saber más …