Ellas.mx.-Hace unas cuantas décadas, las madres mexicanas no padecían culpa por trabajar y dejar a sus pequeños en guarderías todo el día, porque la mayoría no trabajaba o no se cuestionaba si era bueno o malo, simplemente lo llevaban a cabo. Ser mamá es una actividad que se realiza a través del instinto, más que de la instrucción.
El argumento es que con el desarrollo de la cultura laboral y profesional de las mujeres, comenzó a agudizarse el sentimiento de la culpa. En muchos casos fue el motor que relajó la disciplina de los niños, los límites se rompieron y algunas mujeres perdieron – a nivel emocional – la autoridad moral para guiar sus hijos”, manifestó la Dra. Claudia Sotelo Arias, directora del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia.
No se trata de decir “que los tiempos de antes eran mejores”. La idea – comentó Sotelo Arias – es que el arquetipo tradicional de madres – hijos duró siglos. Éste se transformó en unas cuantas décadas, por lo cual el proceso de adaptación llevará tiempo y claro que será para bien. “El problema esencial es que en muchas madres sí prevalece la competitividad sobre la maternidad. Las mujeres están más preocupadas por su realización interna que por ser madres, pero llega un punto en la vida que hay que pagar factura y es cuando las madres se encuentran dentro del problema descrito”, dijo.
La Mtra. Susana Salazar Gómora, psicóloga de niños de CEEPI, explicó que este efecto se presenta con mayor crudeza en las madres solteras y las mamás que son el sostén económico principal del hogar. “Hay que añadir que en términos psicológicos las mamás de antes tenían menos ‘complejos’ porque eran menos conscientes de lo que hacían y confiaban más en su instinto. Ahora las mujeres son más instruidas y letradas, sobre todo en las áreas urbanas. Tienen mucha información que les dice cómo ser una buena madre y al final esto puede generar confusión, angustia y culpa si es mal interpretada dicha información”, dijo Salazar Gómora.
Los escenarios más comunes son así:
1. Una madre que trabaja todo el día y se siente incapaz de imponer disciplina con sus hijos debido a la culpa que le genera no estar con ellos; los compensan.
2. Mamás que tuvieron escenarios traumáticos en su infancia y que temen repetirlos con sus hijos y suelen ser indulgentes con ellos.
“Es necesario hacer una diferenciación de lo que se fue a lo que son actualmente los hijos de uno. El contexto no es el mismo y las personas cambiaron. Puede ser un parámetro pero nunca es bueno irse al polo opuesto”, manifestó Salazar.
3. Mamás divorciadas que estrenan pareja y se sienten culpables con sus hijos por esta razón .
“La madre tiene que quitarse la culpa porque en la medida que ella se sienta mejor como mujer, lo hará mejor como madre”, dijo Sotelo Arias.
4. ¿Hasta donde regañar?
“Antes un grito a un niño era un grito. Ahora implica una carga emocional donde la madre se pregunta si está siendo justa o no con sus hijos. Quitándose la culpa, la razón impera y es más fácil ser justo”, dijo Salazar.
Una sugerencia para librarse de la culpa es no dudar, estar convencidos que lo que se hace es lo mejor para los hijos.
Una labor fundamental es corregir y esto significa que los niños deben aprender a cuidarse. En cualquier caso, cuando el escenario se torna ingobernable y los límites entre madre e hijo son inexistentes, lo mejor es acudir a la ayuda de un profesional. En este sentido CEEPI dispone de psicólogos infantiles y clínicos capaces de poner remedio a los problemas expuestos.