Cuántas veces nos encontramos con productos que parecen ser la maravilla para mejorar el cutis pero titubeamos en comprarlos por no tener la certeza del tipo de piel de nuestro rostro; ¿cómo identificarlo?, ¡a continuación se lo diremos!
La piel es el abrigo natural que cubre nuestro cuerpo, y básicamente está constituida por tres mantos:
a) Epidermis. Parte superficial, la cual consta de varias capas: en la más profunda se produce melanina o pigmento cutáneo, mientras que en las superiores se forman células que sustituyen a las que mueren al exponerse al ambiente; su espesor es de 1 milímetro y se regenera cada cuatro semanas, aproximadamente; sus funciones más importantes incluyen mantener nivel de hidratación adecuado y proteger de la radiación solar; asimismo, a lo largo de toda la epidermis se encuentran diversos orificios, conocidos como poros, a través de los cuales salen sudor, sebo y cabello, que cumplen labores de mantenimiento y regulan la temperatura.
b) Dermis. Su grosor es de 4 milímetros, proporciona elasticidad y tersura a la piel, y en ella se alojan numerosos vasos sanguíneos que aportan nutrientes, glándulas sebáceas y sudoríparas, así como los folículos pilosos (donde se produce el vello).
c) Hipodermis. También se le conoce como tejido subcutáneo y es la capa más profunda de la piel, la cual contiene numerosas células productoras de grasa.
Ahora bien, pese a que el Sol es uno de los agentes nocivos que puede afectar la tersura del rostro, las bajas temperaturas, la humedad y la contaminación ambiental también provocan graves daños, sobre todo si el cutis no es protegido en forma adecuada.
Es por ello que resulta de vital importancia saber cuál es el tipo de cutis antes de tomar cualquier decisión sobre limpieza del rostro, ya que de ello dependerán los productos para protegerlo; hay que tener en cuenta que cualquier dedición mal tomada puede traer consecuencias lamentables.
Hasta hace unas décadas sólo se hablaba de tres tipos de piel, pero los avances en Dermatología y Cosmetología han permitido ampliar el espectro, siendo los siguientes los que mejor los engloban:
I. Normal. Generalmente posee apariencia tersa y textura muy suave, gracias a la ligera capa de grasa en la superficie que no llega a darle brillo aceitoso. Esta bien hidratada y se caracteriza por tener los poros diminutos y cerrados, lo que impide la formación de espinillas e impurezas; tampoco presenta descamación ni la consecuente sensación de tirantez. Se trata del cutis menos frecuente en adultos, ya que el organismo cambia permanentemente.
II. Seca. Este tipo de cutis no tiene humedad y generalmente sus poros son finos, lo que da apariencia opaca; es áspera al tacto, de fácil descamación e irritación, más propensa a agrietarse y envejecer con rapidez. Debe evitarse el uso de jabones y productos que incrementen la resequedad, en tanto que cremas y desmaquillantes deben ser hidratantes y nutritivos.
III. Grasa. Se caracteriza por tono rojizo en ciertas zonas y/o pálido y amarillento en otras; su apariencia es gruesa, hay brillo excesivo, así como barros y espinillas (igualmente en espalda, pecho y brazos), puesto que las glándulas sebáceas producen grasa en exceso, lo que ocasiona la obstrucción de los poros —por lo regular abiertos— y que el maquillaje se escurra. Si no se cuida bien, se pueden apreciar bultos de grasa y puntos negros, que consisten en la propia secreción de la grasa que se ha oxidado por el contacto con el exterior.
Este tipo de cutis envejece con mayor lentitud, debido a que es más resistente a los agentes externos gracias a la capa de grasa generada. Es indispensable cuidadosa higiene, además de tratamiento de hidratación permanente.
IV. Mixta. La apariencia es brillante o grasa en algunas regiones, por ejemplo, la llamada zona “T” (frente, nariz y mentón), mientras que mejillas y contorno de los ojos tienen un poco de resequedad; en este tipo de cutis los poros llegan a estar dilatados y hay cierta tendencia a los puntos negros. Cabe destacar que en el resto del cuerpo la piel generalmente es normal.
V. Sensible. En su superficie hay finísimas fibras nerviosas que inmediatamente se mueven ante el más mínimo estímulo (Sol, contaminación y/o cosméticos), señal que después de ser percibida por el cerebro se manifiesta como irritación, comezón y erupción. Tiende a resecarse e, incluso, a generar alergias, por lo cual requiere productos especiales llamados hipoalergénicos; no es extraño encontrar personas con este problema que, además, tienen el cutis graso o seco.
Cómo cuidarlo
En ocasiones el tipo de cutis que tenemos puede hacernos parecer algo que no somos, por ejemplo, las arrugas prematuras causadas por mala hidratación denotarán más edad de la que en realidad tenemos, o bien, un cutis graso es posible que aparente falta de higiene, cuando la realidad es distinta.
Lo mejor es brindar al rostro lo que necesita y no cometer errores al momento de elegir el producto que le brindará lozanía y frescura, por ello le sugerimos los siguientes consejos de acuerdo al tipo de piel:
I. Normal. Aplique en la mañana productos de limpieza mediante movimientos rotatorios ascendentes y retire con pañuelos desechables o compresas de algodón húmedas. Después de la ducha aplique crema hidratante con protector solar y alguno de los siguientes compuestos:
Ácido hialurónico. Protege de la resequedad.
Alfahidroxiácidos. Estimula a las células muertas en la superficie de la piel y dentro de los poros, de manera que pueden desprenderse con mayor facilidad, lo que permite lucir cutis con textura más suave y color uniforme.
Colágeno. Mantiene el rostro suave, terso, liso y elástico, factores que retrasan la aparición de arrugas.
Nanósferas. Sobrecarga al rostro con compuestos activos que se liberan progresivamente, con el fin de responder a sus necesidades minuto a minuto y durante todo el día.
Vitamina F. Ayuda a reestablecer la barrera protectora de la piel.
Vitamina H. Estimula la producción natural de ácidos grasos, contribuyendo a dar resplandor al rostro.
En la noche, luego de limpiar y tonificar, cubra su rostro con crema nutritiva o que contenga coenzima Q10, la cual reduce los signos de envejecimiento.
II. Seca. Para hidratarla, aplique por las mañanas después del baño crema hidratante con ácido retinoíco (derivado de la vitamina A), ya que suaviza la piel y disminuye líneas de expresión debido a que estimula la generación de colágeno, o bien puede recurrir a cremas con liposomas, que son bolitas de grasa microscópicas que penetran la piel y reemplazan los aceites que ésta pierde; procure que el producto contenga en su fórmula protector solar.
Por la noche, después de desmaquillar y tonificar, aplique una crema cuya fórmula incluya vitamina C, coenzima Q10, colágeno, elastina o urea, compuesto que desempeña destacado papel en el tratamiento de la resequedad cutánea crónica; ponga especial atención en la zona que rodea a los ojos. Para el maquillaje diario procure emplear base en crema, debido a que contiene humectantes que protegen al cutis de la deshidratación.
III. Grasa. Es importante saber que la secreción sebácea inicia en la infancia, aumenta durante la pubertad y alcanza su máximo nivel en la adultez, etapa a partir de la cual va disminuyendo progresivamente. Es así que para controlar la actividad de las glándulas sebáceas e hidratar la piel en forma adecuada se recomienda lavar dos veces al día (mañana y noche) el cutis con jabón neutro o de avena, o bien, con limpiadores en forma de espuma o gel indicados para este tipo de piel. Posteriormente, se debe aplicar algún tónico hidratante (libre de aceite) y sin alcohol para cerrar los poros.
Emplee desmaquillante de base de agua, ya que su fórmula retira el maquillaje y la suciedad del rostro con sólo pasar sobre él una esponja o algodón impregnado con el líquido; deja, además, agradable sensación de suavidad y frescura. Asimismo, una vez a la semana hay que aplicar un exfoliante (siempre y cuando no se tenga acné) para retirar células muertas e impurezas, y una mascarilla, por ejemplo, elaborada a base de arcilla, ya que absorbe la grasa facial excedente y ayuda a eliminar comedones (materia compacta formada por sebo seco, sustancias contaminantes y células muertas que obstruyen los poros, debido a la acción de bacterias) y espinillas.
IV. Mixta. Los expertos señalan que quien tiene este tipo de cutis debe cuidarse como si tuviera dos caras, ya que la zona “T” es grasa, pero las mejillas son secas. Aunque existen productos específicos, se puede usar una crema para piel normal y luego utilizar geles o lociones formuladas para eliminar el brillo y el exceso de grasa en la zona que lo necesita.
En la mañana aplique loción astringente en la zona “T” y una hidratante en las mejillas, y selle con crema hidratante con protección solar; antes de acostarse, limpie con gel o leche, cosmético líquido o semifluido que elimina maquillaje, suciedad y células muertas, y aplique crema nutritiva rica en vitaminas.
V. Sensible. Tenga peculiar atención en los productos y cosméticos que utilice, ya que éstos deben comprender la leyenda hipoalergénicos, es decir, que son libre de colorantes, preservantes y perfumes que pueden propiciar alguna reacción en este tipo de cutis.
Dos señalamientos más: extreme precauciones ante los cambios bruscos de temperatura, ya que pueden afectarle a largo plazo, y no comparta cosméticos de los cuales no tenga referencias.
Finalmente, no sobra recordar que si queremos que nuestro cutis luzca en todo su esplendor hay que tener otros cuidados que complementarán la labor de productos y cosméticos, como el hecho de no fumar ni beber alcohol, así como procurar descanso diario de por lo menos seis horas.
Además de las recomendaciones antes citadas es necesario beber de 2 a 3 litros de agua diariamente y seguir dieta balanceada, la cual puede apoyarse con suplementos alimenticios y multivitamínicos, de esta forma su piel se mantendrá en buenas condiciones y lucirá como usted quiere que luzca.