¿La felicidad se compra con dinero? La felicidad viene con un ingreso superior a los 15,000 dólares, 10,000 euros ó más (unos 182,000 pesos), y dentro de cada país la gente rica es más feliz que la pobre aunque sus preocupaciones cambian por los motivos, concluye un estudio de varios autores dado a conocer por Ixe Grupo Financiero.
“(La felicidad) no llega a través de un automóvil último modelo, una PlayStation ni un televisor de plasma. La felicidad propia, al menos en estos experimentos, se encuentra vinculada con una actitud tendiente a favorecer el bienestar del prójimo” detalla uno de los autores.
La discusión de si el dinero trae la felicidad se centró en varios experimentos realizados en países desarrollados con diversos resultados y donde el punto de partida no fue siempre un sentido económico de dinero, sino un enfoque de búsqueda de bienestar o mejores estados de ánimo.
Se concluyó que el dinero si está asociado de manera importante con un concepto general de felicidad, satisfacción y/o bienestar. La Escuela de Negocios de la Universidad Harvard en EU al señalar que la variable clave no es la cantidad de cifras de su cuenta bancaria sino la manera en que usted gasta su dinero.
A) “Los más felices no fueron los más ricos sino aquellos que gastaban una mayor proporción de su riqueza en el bienestar de otros, regalos o donaciones de caridad.
B) En 1974 Richard Eastelin llegó a la conclusión que a partir de un cierto nivel de ingreso per cápita, de unos 15,000 dólares anuales, más dinero no aportaba más felicidad.
C) Psicólogos desarrollaron teorías económicas que utilizaban el concepto de renta relativa (“yo soy más feliz, no si mi renta sube en valor absoluto, sino si sube en relación a la de mis vecinos”
D) Justn Wolfers y Betsey Stevenson de la Universidad de Pennsylvania concluyeron -con una correlación de un 80%-, en que gente de países ricos dice ser más feliz que la de los países pobres. Además, las personas que cobran cerca de 10,000 euros anuales también les produce felicidad un aumento de salario. De hecho, la relación entre felicidad y prosperidad no sólo no se detiene sino que se acentúa a partir de los 15,000 dólares.
E) La felicidad de casi todos los países aumenta con el paso del tiempo. Hay excepciones como Bélgica, cuya felicidad ha decrecido (eso de tener tanto gobierno europeo parece que no les sienta bien a los belgas) y Japón, donde la felicidad se estancó en 1990 a raíz de la profunda crisis económica que todavía no ha superado.
F) En los países ricos hay más gente que dice haber reído o sonreído en las últimas 24 horas y hay menos gente que dice haber experimentado dolor, depresión, aburrimiento o enfado.
G) La felicidad de las mujeres ha decaído desde 1970. Parece que el importante progreso social de la mujer en ámbitos como la educación, el trabajo, el control de la reproducción o la creciente participación masculina en las tareas del hogar y la educación de los hijos, no se ha plasmado en una mayor felicidad.
Es más, la creciente insatisfacción femenina se da tanto en trabajadoras como en amas de casa, tanto en las casadas como en la solteras y separadas, tanto en las de altos niveles de educación como de bajos y tanto en jóvenes como en mayores.
Otro resultado destacable es que la gente de regímenes políticos izquierdas es más infeliz que la de derechas, aunque la explicación parece no tener nada que ver con la política: los de derechas son más religiosos y tienden a estar casados en mayor proporción y resulta que, a igualdad de ingresos, la gente religiosa y casada tiende a ser más feliz. Y finalmente, la renta no está correlacionada con el amor.
Parece que el dinero compra casi todo lo que genera felicidad, desde comida a educación pasando por salud, libertad, cultura, viajes, sexo o matrimonio, pero no puede comprar el amor. Sin embargo, el amor sólo debe representar una pequeña parte del bienestar. Si no, no existiría esa relación tan fuerte entre dinero y felicidad. En definitiva, señalan los investigadores de Harvard, tenemos buenas razones para creer que el dinero puede comprar la felicidad.