Uno de los síntomas que delata a una pareja enferma es la falta de libertad, que puede estar disfrazada de muchas formas, por ejemplo, del temor por parte de uno de ellos a que el otro pueda crecer personalmente.
La elección del cónyuge se apoya sobre determinaciones inconscientes, donde se articula una forma de relación aprendida en la primera infancia y unos modelos de identificación familiares y sociales. Nos hemos identificado con determinados rasgos de nuestros padres y elegimos a nuestra pareja sobre deseos y carencias que nos empujan hacia ese otro con el que, de forma ilusoria, pretendemos cubrir lo que nos falta. Nunca lo conseguiremos del todo, pero sí realizaremos parte de lo deseado.
Pero también tenemos que aceptar que el otro no puede cubrir todos nuestros anhelos y que, por supuesto, no es el responsable de nuestras carencias. En el encuentro con una pareja se tiende a borrar los límites.
Es un estado caracterizado por la fusión entre dos. En este sentido, puede remitir al primer vínculo con la madre. Sin embargo, mientras que en éste prima la indefensión y la necesidad, en el de la pareja lo hacen la carencia y el deseo. La pareja funciona como un espejo donde podemos ver lo que menos nos gusta de nosotros mismos o lo que nos gustaría tener, pero que no poseemos. Sólo si hemos alcanzado una cierta madurez psicológica, podemos dejar de confundirnos con el otro para asumirnos como sujetos. Si no tenemos miedo a ser libres, dejaremos de tenerlo a la libertad del otro.
El temor a la libertad de la pareja puede hallarse oculto tras actitudes que parecen opuestas.
Elegir a alguien muy dependiente (un alcohólico o una persona enfermiza…) puede estar ocultando el miedo a descubrir carencias propias. La persona que supuestamente sería libre si su pareja no dependiera tanto de ella se queja continuamente de la dependencia del otro porque intenta convencer a todo el mundo, incluso a sí misma, de que no la deja moverse libremente.
En ocasiones, cuando se tiene cierta dificultad para reconocer los problemas personales, se suelen colocar en otras personas, y así, se cree que uno queda libre de conflictos.
Cuando, en una pareja, alguno de los dos es muy dependiente, es probable que uno haya asumido la debilidad del otro y ese otro se engañe a sí mismo creyéndose libre.